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Enferma y con 30

En realidad quiero escribir para desahogarme, porque lo peor que te puede pasar en la vida es estar enferma de resfriada, pero así en mala con fiebre, expulsando medio pulmón cada vez que toses (jurando, después de cada tos, que no volverás a fumar en tu vida) y tu nariz transformada en llave de edificio mala y, por otra parte, que te hayan diagnosticado ovarios poliquísticos (que tú ya sospechabas porque si un parto duele más que estas puntadas, estamos a favor de la adopción y el mundo se jode). Y claro, esto me lleva a estar despierta a las 3 AM, envuelta en una frazada, sentada en el baño (sí, hermosa imagen mental) y odiando el día que decidí ser adulta. O lo decidieron por mí, que ya me da igual. Porque no negaré que tengo ciertas cosas de adulta (cocino mejor que mi madre. Lo siento mami, te amo, pero es verdad), pero otras no comprendo que los demás lo vean mal. Y, como cuando estoy enferma (y enferma de verdad, no con la regla que ahí soy una hippiecomeflores/sonrosada/ladulz
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